Transiciones Sostenibles

Aproximaciones agrícolas para una mayor biodiversidad, sustento y seguridad alimentaria

Los enfoques agrícolas alternativos pueden lograr altos rendimientos y beneficios. Así lo muestra una revisión de 154 artículos científicos que buscó y comparó  indicadores de sostenibilidad para evaluar el impacto de las prácticas agrícolas alternativas vs. las convencionales. 

El artículo fue publicado en la revista Trends in Ecology and Evolution en 2017 y sus resultados son más vigentes que nunca. Aunque demuestra que la evidencia sobre los impactos en la sostenibilidad ecológica, social y económica sigue siendo escasa,la conclusión general es que el cambio es posible y rentable a todo nivel.

Pero la revisión no se queda allí. Para avanzar sobre las evaluaciones necesarias, plantea la necesidad de desarrollar un marco de prácticas alternativas participativo y flexible que incluya múltiples puntos de vista. Esto permitiría identificar y co-implementar sistemas agrícolas que logren beneficios en todas las dimensiones del desarrollo sostenible.

 El contexto

La producción agroalimentaria proporciona ingresos estables, empleo y medios de vida a alrededor de 1,3 mil millones de personas. Esto denota que la agricultura puede y debe jugar un rol central hacia un cambio significativo en los modos de producción. Por eso, investigadoras/es, instituciones y autoridades de todo el mundo buscan enfoques alternativos a la intensificación convencional de la agricultura, con el objetivo de mejorar los servicios ecosistémicos que brinda la biodiversidad. 

Algunos de estos enfoques contrastan con la intensificación convencional porque brindan una gama más amplia de beneficios públicos y privados, como la estabilidad de producción a largo plazo, la resistencia a perturbaciones, la purificación del agua, el reciclaje de nutrientes e incluso la regulación climática y la mejora de los medios de vida rurales.  Aún así, a menudo son criticados por tener bajo rendimiento, intensidad en mano de obra o por ser deficientes económicamente.

¿Qué nos estamos perdiendo? 

Los beneficios de los servicios ecosistémicos u otras externalidades positivas, es decir, los efectos generales de la producción, suelen medirse  en términos monetarios. Y si bien esto facilita el análisis e incluso la comunicación, estas mediciones suelen basarse en suposiciones erróneas. Además, suelen ignorar los costos y beneficios no económicos, ya que no todos los impactos pueden o deben cuantificarse en términos monetarios, también por razones éticas. 

En definitiva, los mercados actuales y los indicadores económicos no capturan el rango completo de los beneficios potenciales que presentan los sistemas agrícolas.  Los enfoques alternativos se promueven como soluciones más sostenibles, sin embargo, sus impactos ecológicos, sociales y económicos en simultáneo no se han evaluado dentro de un marco que permita comparaciones sistemáticas.

En este trabajo, los autores buscaron  la evidencia disponible sobre los impactos socioeconómicos de los sistemas agrícolas por medio de una revisión de la literatura basada en un subconjunto de indicadores humanos, financieros y sociales como productividad laboral, demanda laboral, acceso a capacitación, rendimiento de cultivos, rentabilidad, estabilidad de ingresos, acceso a mercados, y calidad de los grupos comunitarios, entre otros. 

Concretamente, evaluaron 13 prácticas comunes en sistemas agrícolas alternativos, como Acuicultura, Diversificación de cultivos, Manejo integrado de nutrientes, Manejo integrado de plagas, Integración de la ganadería en sistemas de cultivos, Cobertura permanente del suelo, Captación de agua en zonas áridas, entre otras, en los 99 artículos que cumplían con los criterios de búsqueda. Entre éstos, sólo 17 contenían datos cuantitativos sobre los indicadores seleccionados. Aunque identificaron 154 comparaciones entre prácticas convencionales y alternativas, fueron cortas en su alcance, ya que 74 estaban centrados solo en el rendimiento y 73 en la rentabilidad de los cultivos.

Un resultado interesante es que el 61% de estos estudios mostraron mayor rendimiento para las prácticas alternativas, mientras el 20% mostraron lo opuesto y un 19% no mostraron diferencias. De igual modo, 66% mostraron más rentabilidad para las prácticas alternativas, 11% mostraron lo opuesto y un 23% no mostraron diferencias.  Otra conclusión interesante es que  el 59% de las prácticas alternativas mostraron aumentos simultáneos en ambos indicadores.

Por el contrario, los datos sobre otros indicadores fueron insuficientes: solo cuatro comparaciones para demanda laboral, tres para productividad laboral y ninguna para otras variables. Esto revela un sesgo en la literatura hacia los impactos económicos en lugar de los impactos más amplios en el bienestar.

Una propuesta posible

La evidencia revisada en este estudio sugiere que los enfoques alternativos pueden lograr altos rendimientos de cultivos y beneficios económicos, sin embargo, el desempeño de otros indicadores socioeconómicos, así como las tendencias a largo plazo, está sorprendentemente poco documentado. En consecuencia, tanto la implementación de la intensificación convencional como la discusión sobre enfoques alternativos carecen de evidencia cuantitativa que refleje sus impactos ecológicos y socioeconómicos simultáneamente a nivel mundial. 

Para cerrar esta brecha de conocimiento se propone  un marco de evaluación participativo, que pueda brindar la evidencia urgente y necesaria para orientar iniciativas de ciencia y política, así como la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

Este marco surge luego de haber revisado diversas herramientas para evaluar la sostenibilidad y la resiliencia de los sistemas agrícolas que incorporan múltiples interpretaciones de estos conceptos y los evalúan en diversos niveles. Por ejemplo  las SAFA y SHARP de la FAO, el modelo RABIT de Heeks y Opsina, CoBRA del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y Climate Proofing de la Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ). 

Según estas revisiones una herramienta efectiva para construir una base de evidencia sobre sistemas agrícolas de manera participativa debería:

  1. Basarse en fundamentos teóricos sólidos que consideren  los sistemas agrícolas como sistemas socioecológicos integrados.
  2. Incorporar aspectos ecológicos, sociales y económicos de la sostenibilidad.
  3. Integrar métodos de investigación cuantitativos y cualitativos.
  4. Promover nociones de participación, aprendizaje y empoderamiento.
  5. Ser una herramienta sencilla de autoevaluación dirigida al nivel individual o familiar, pero que considere interacciones a múltiples escalas.
  6. Proporcionar datos y evaluaciones que permitan la comparabilidad entre distintos sitios

 

Esta herramienta debe sostenerse sobre un espacio o plataforma de intercambio que permita compartir, aprender y colaborar; idealmente, la herramienta debería conectar a las personas que se dedican  a la agricultura, la investigación y la gestión de programas entre sí mismos y a cada uno de estos grupos entre sí. A su vez, esta plataforma debe incluir ciertas características necesarias:

  • Ubicación: en línea, pero con datos y videos descargables.
  • Facilidad de uso: de fácil acceso, compartible y disponible en varios idiomas 
  • Multinivel: con una interfaz diseñada para compartir información con personas en el terreno (por ejemplo, agricultores), así como una colección de estudios de caso y artículos revisados por pares que respalden la información.
  • Interactividad: que proporcione un espacio donde comentar, debatir, hacer preguntas y compartir respuestas.
  • Aspecto visual: mostrar información geográfica y temporal, como prácticas utilizadas en diferentes países y sus impactos en la resiliencia a lo largo plazo.
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Conclusiones

La evidencia sobre el impacto positivo de los enfoques agrícolas alternativos en sostenibilidad ecológica, social y económica sigue siendo escasa y reducida al rendimiento y/o la productividad. Es necesario desarrollar un marco participativo y flexible que incluya múltiples perspectivas para identificar sistemas agrícolas que brinden beneficios en todas las dimensiones del desarrollo sostenible.

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